Consejos útiles

Cómo superar la «fatigue»

  • Intenta limitar las situaciones más estresantes: tómate tiempo para realizar actividades relajantes, como cultivar una afición.
    Concédete una pausa extra reservando un poco de espacio para ti mismo.
    Algunas disciplinas, como el yoga, también pueden resultar útiles para reducir los niveles de estrés.
  • Favorece el descanso nocturno: es fundamental recuperar la regularidad del sueño nocturno, que debería durar al menos 7-8 horas. Acuérdate de ir a dormir todos los días a la misma hora y disminuye el consumo de alimentos o bebidas de acción excitante durante el día (como el café, algunas bebidas con gas y azucaradas, etc.), evitando tomarlas inmediatamente antes de acostarte.
  • Practica actividad física regularmente: es importante hacer un ejercicio físico adecuado para nuestras capacidades motoras porque, además de favorecer la oxigenación del organismo, puede contribuir a reducir el estrés y las tensiones acumuladas durante el día.
    Si no puedes salir, son suficientes 20 minutos de bicicleta estática, cinta de correr o ejercicios de cuerpo libre.
  • Sigue una alimentación sana: intenta que tus comidas sean regulares y equilibradas (subdivididas en 5-6 comidas diarias, de las cuales 2-3 tentempiés para mantener constante el nivel de energía disponible y evitar la somnolencia debida a los excesos).
    Se deberían reducir los alimentos particularmente ricos en grasas y azúcares, evitar las comilonas, sobre todo en la cena, y mantener un nivel de hidratación adecuado bebiendo al menos 1,5 litros de agua.
  • Limita el consumo de alcohol: el consumo excesivo de alcohol debería evitarse siempre.
    El alcohol puede acentuar síntomas como el agotamiento y el estrés y puede obstaculizar el descanso nocturno empeorando su calidad.
  • Aléjate de la pantalla y apaga un poco el teléfono: el uso continuado del ordenador está asociado al estrés, la pérdida de sueño y la disminución del estado de ánimo. Haz pausas e intenta apagar el ordenador al menos una hora antes de acostarte. El smartphone puede convertirse en una fuente importante de estrés, presionándote a responder a las llamadas, el correo electrónico, los mensajes o los chats.

Niños

Los niños que viven en países en los que no hay carencia de alimentos raramente necesitan una integración de vitaminas o calorías. A menudo, una dieta variada y equilibrada garantiza de por sí la ingesta de la cantidad adecuada de muchas vitaminas y micronutrientes. Lamentablemente, la fruta y la verdura que consumimos no siempre tienen el contenido de fitonutrientes (polifenoles y otras sustancias naturales antioxidantes) necesario para mantener un buen estado de salud física en el niño.

CÓMO GARANTIZAR UN APORTE ADECUADO DE VITAMINAS Y NUTRIENTES Y EVITAR EL RIESGO DE SOBREPESO

  • Dar de comer al niño regularmente: al menos 5 raciones diarias de fruta y vegetales frescos (después de comprarlos deben conservarse poco tiempo en el frigorífico y, si se cocinan, deben consumirse rápidamente); pescado; pasta, pan, arroz (preferiblemente integrales); legumbres; leche y productos lácteos.
  • Reducir el consumo de: sal, azúcares simples, grasas saturadas, proteínas de la carne, embutidos, alimentos grasos en general, bebidas azucaradas, bollería industrial, alimentos de comida rápida.
  • Establecer una rotación de los alimentos.
  • Cocinar los alimentos con métodos de cocción que permitan preservar al máximo los nutrientes activos con el menor uso posible de grasas (al vapor, sin freír, etc.)

CUÁNDO ES POSIBLE QUE EL NIÑO NECESITE UNA INTEGRACIÓN DE FITONUTRIENTES

  • En caso de costumbres alimentarias incorrectas persistentes (dieta moderna y restrictiva con poca fruta y verdura).
  • En presencia de infecciones respiratorias recurrentes con afecciones febriles frecuentes, inapetencia, pocas ganas de jugar, etc.
  • En caso de convalecencia después de enfermedades debilitantes, intervenciones quirúrgicas, etc.
  • En presencia de patologías crónicas (fibrosis quística, enfermedad inflamatoria intestinal, hepatopatías, etc.).
  • En caso de participar en programas dietéticos para el tratamiento de la obesidad.
  • En caso de trastornos del comportamiento alimentario.